Máquina Jirafa que come tierra. México DF. Noviembre 2007

La Calle Bolivar en el Centro Histórico de DF México está también de rojo


Tradición, Conflicto y Ruptura en el film Jericó de Luis Alberto Lamata.


“La modernidad desde su nacimiento, está en lucha con ella misma; en esto consiste su ambigüedad y el secreto de sus continuas transformaciones y cambios.”

Octavio Paz. Poesía Y Siglo.

Como una de las primeros empleos de la palabra moderno (en su forma latina: modernus) Haberlas[1], señala que ésta se empleó para designar en el Siglo V dc. a un presente cristiano que se distinguía de un pasado romano y pagano. Así también señala este autor: “…aparecía exactamente en aquellos periodos en Europa en los que se formaba la conciencia de una nueva época por medio de una relación renovada con los antiguos…”

De esta forma, la modernidad comprende primero: la distinción dogmática, señalados en una etapa con respecto a la otra y en segundo lugar, como parte de una renovación del presente, bien sea negando los antecedentes históricos y al mismo tiempo estableciendo una relación con éste, que pueda fortificar el tiempo del “ahora”.

Muchas son las lecturas que de la modernidad se han dicho, sin embargo, una de las más fascinantes (e incluso acertada) es la que realizó el poeta mexicano Octavio Paz en su libro “Los Hijos del Limo” (1974). En este texto Paz centra su “lectura” sobre la modernidad con la disertación sobre dos conceptos que para él resultan básicos. Uno de ellos es el concepto de modernidad, el otro, el concepto de tradición; ambos giran en torno a un epicentro conceptual en común como lo es la ruptura. Paz plantea que la tradición se contrapone en un movimiento dual, pues si bien señala que existía una tradición antigua, contrariamente a esta existe una tradición moderna. En la primera se postuló una unidad entre el pasado y el ahora. En la segunda se establecen visiblemente las diferencias entre la concepción del tiempo (lineal) un pasado y en presente están claramente marcados en ésta última apreciación de Paz. Es con esta visión que Paz determina que la modernidad entra en conflicto consigo misma desde su propio florecimiento como tendencia, no solamente artística, sino filosófica e incluso religiosa.

El tiempo en la modernidad es visto como un tejido de irregularidades porque la variación y la excepción constituyen la regla[2]. Es partir de lo cual todo lo que aparece dentro de la escena de la modernidad está plagado de ruptura, cambio, irregularidad y variación. La modernidad se contradice así misma puesto que lleva implícita una configuración de variabilidad sobre el tiempo cronológico. Todo lo que aparece dentro de ella está sujeto al cambio, a la no permanencia, a la irregularidad y, por supuesto a la ruptura y a su conflicto.

De esta forma partimos del hecho de que ruptura, conflicto y tradición son elementos que se determinan claramente dentro del films Jericó, (1990) de Luis Alberto Lamata. Se intentará explicar brevemente cada uno de ellos y cómo se encuentran representados dentro del film.

Jericó centra su desarrollo en la figura del personaje católico, un fraile que llega a América con las mismas ansias de su orden de creer estar salvando las almas de un continente que se levantó desde sus inicios en rebeldía. El fraile, Jericó, por orden de sus superiores católicos es enviado a una expedición en compañía de un alemán y algunos soldados decididos a encontrar nuevos espacios que para entonces y, según la óptica colonizadora, era considerado un continente vacío. Entrados en la selva un grupo de soldados se divide del grupo dirigido por el alemán y parten hacía la selva con un botín de oro. Jericó, sin saber por qué, se une a esta terrible expedición. Luego se pierden en medio de la selva y sin comida, ni agua, emergen de los personajes en fuga las peores pasiones de desesperanza, canibalismo y crimen. Jericó es atrapado por un reducido grupo de indígenas caribes. Es entregado al líder de una comunidad indígena Kariña. Allí es, en un principio, tratado como esclavo y burlado. Poco tiempo después, Jericó es asimilado dentro del grupo como un miembro más, sin embargo, su conflicto interior, su formación como fraile católico, sus valores, sus creencias, su propia existencia es llevada a un profundo cuestionamiento, no solo de si mismo, sino de todo lo que éste creía representar. Finalmente Jericó, luego del asesinato del líder Kariña, es expulsado con su familia a la selva, donde es nuevamente apresado, esta vez, por un grupo de soldados españoles quienes lo encarcelan. El film culmina cuando Jericó en el abandono en una prisión de barro muy reducida en medio de un desierto cercano al mar, se burla de sí mismo, y del fraile que lo custodia, en un acto quizá de ironía, quizá de locura.

La tradición dentro de la película está representada por todos los elementos europeos que son llevados al plano de la universalización o patrón de referencia mundial para toda la humanidad:; la iglesia católica, el proceso de colonización con todos sus valores y formas de entender y representar la vida. Ello se puede precisar en la metáfora que emplea en fraile cuando dice: “yo vengo con hambre de almas…” exclamando mientras discutía con su hermana pocos momentos antes de partir a la expedición.

La tradición en un primer acercamiento está controlada por la fuerza que ejercen los superiores de Jericó cuando lo someten a la expedición bajo el mando de un personaje alemán de quien poco se habla dentro del film. De igual forma la tradición no es una plataforma homogénea sobre la cual todo se puede ver claramente, sino que se encuentra implícita en las acciones, metáforas y silencios que construyen los personajes en cada una de las escenas. La tradición está quebrada dentro sí misma puesto que se sustenta sobre la base del tiempo o de los tiempos colocados en el film. Se trata del tiempo lineal cristiano frente al tiempo cíclico de las culturas indígenas de América. Pero, como se decía al comienzo de este ensayo, la modernidad entra en conflicto consigo misma, por lo que se hace necesario ver en detalle los elementos que configuran o representan la tradición como una de las esferas en la cuales la contradicción se observa explícitamente.

Jericó, por órdenes superiores es llevado a cumplir una misión de exploración de otros espacios. Esto, hace que Jericó trate de romper con el mandato en la escena de su absolución de pecados y, sin embargo es tratado y movido por ella y por los valores que ésta representa para él. Jericó, rompe con la línea de tradición cristiana cuando es asimilado por la cultura kariña y llevado al extremo de sus fronteras culturales, no solamente representadas en el quiebre de sus concepciones sobre la vida y la muerte, sino las del propio tiempo cronológico que se vive en una cultura, en este caso la kariña, frente a la europea. La tradición se quiebra no solamente con la renuncia al mundo cristiano, sino con la conformación y entendimiento de otros códigos espacio - temporales que se ponen en juego una vez que éste aprende la lengua kariña y se entrega casi en su totalidad al entendimiento del mundo a partir de ella.

El conflicto es puesto en escena desde las primeras palabras que se dicen al comienzo del film: “.Este es un diario escrito al revés pues voy remontando las memorias de mi horror”. La historia de Jericó es la historia de un conflicto, es la narración de un quiebre, el relato de la memoria de un sujeto que se coloca en la línea de la crítica ante la existencia, ante dios, ante sí mismo y los otros. Es la narración de impotencia, dolor y espanto. En el film se crea la sensación de que el fraile ya se encontraba en conflicto poco antes de su partida a la expedición. Por ello, la pregunta que le realiza el encargado militar de la expedición una vez que se dividen del grupo dirigido por el aleman es clave. Pregunta: “Fray Santiago, nosotros sabemos por qué huimos…y usted? Usted es peor que nosotros.” Ante lo cual Jericó guarda silencio y no sabe responder.

El conflicto dentro de Jericó está desarrollado por la representación que éste tiene de dios, tal como lo confirman los relatos segundo, quinto y séptimo[3].. En variadas escenas el fraile entra en conflicto debido a su propio concepto de dios, debido a su propia tradición cristiana que lo lleva en una procesión reflexiva hasta el final de sus días en la prisión.

El discurso sobre dios, sobre la representación que el dios católico proscribe es disuelto en varias secuencias de escena, pero también a lo largo de film su cuestionamiento estructura el peso del conflicto y la ruptura que se hace no es solamente voluntaria, sino de alguna forma, inducida y reencontrada por su convivencia con el otro, en este caso el indígena. Así, en una de las tantas escenas del film el fraile Jericó somete a valoración propia y de los otros sus propias creencias. Por ejemplo, el fraile dibuja una cruz en la tierra, dentro de la comunidad tratando de distraer su tedio. Una mujer indígena llega y le borra la cruz de arena. El fraile insiste y dibuja luego un pez explicando que esa figura constituía un símbolo de la cristiandad. El fraile intenta que la mujer pronuncie la palabra pez. La mujer no pronuncia bien la palabra y este pierde la paciencia y se retira de su catecismo improvisado. En una escena posterior a esta, el fraile improvisa una misa, suena la campana que está colocada sobre una mesa también improvisada Poco a poco la comunidad se reúne a su alrededor, desarmándolo todo. Luego comienza la misa en latín y toda la comunidad se ríe colectivamente mirando la insistencia del fraile. Luego todos huyen al festín colectivo de la simpleza. El fraile curioso los busca y observa como toda la comunidad había desistido de escuchar su misa en latín puesto que todos se encontraban disfrutando de la miel de un panal de abejas, mientras escuchaban en lengua kariña algo que el líder o cacique de la comunidad les contaba.

Obsérvese que la película está narrada por la voz femenina[4], que va describiendo no de manera exclusiva cada una de las acciones y secuencias que posterior o simultáneamente aparecen en todo el discurso visual del film, sino como un gran discurso que atraviesa toda la película cuyo eje estructurador es la memoria del quiebre entre una tradición y otra, que en todo caso, es la ruptura de un tiempo cultural y otro.

Se pueden determinar con exactitud ocho (8) espacios en los que el discurso explícito, discurso de lo que alguien narra según el orden de la memoria aparece atravesando el film[5]. Así, secuencialmente aparecen los siguientes relatos narrados:

Primer relato: “Este es un diario escrito al revés pues voy remontando las memorias de mi horror. Aquí doy fe de mis recuerdos, porque has de saber dios de mis mayores que aún te llamo aunque no me escuches y que Jericó no ha caído. Jericó está en el alma. ”.

Segundo relato: “Qué extraños demonios pusiste en mi camino, Leviatán?, Amón? Una tierra nueva debe estar habitada por diablos nuevos. Los otros debieron haberse quedado en la vieja Europa. Qué seguro era el universo de mis libros..!! qué exacto el orden de mi biblioteca..! sublime escudo de ideas donde crees que el caos de la tierra no te alcanza. De qué sirve la belleza y la justicia encerrada en códices y estanterías. Este es el mundo y aquí nos quiere él. Su palabra vive en cada cosa y pensamiento. Que hoy el pecado camina con nosotros y todo el horro respiraba ya desde el primer verbo”

Tercer relato: “Unas cuencas vacías vieron nacer la sombra de mi alma. A mi que vine a enamorarlos de dios a golpes de esperanza. A mi que vine soñando luz y a regalar el día. Dios, si multiplicas mis fatigas y dolores ha de ser menester que multipliques también mis amores, pues ya cargo a mis espaldas con el `peso muerto de una duda.”

Cuarto relato: “Qué extraño sentimiento da el de pisar una tierra donde los lugares aún no tienen nombre, qué goce sublime tiene clavar cruces y escuchar campanadas donde solo viven hoy el silencio y el vacío. De sentirse Adán y sentirse bendecido. Es Josue frente a la Tierra Prometida. Pero quien puso entonces a estos hombres? Quién dijo hágase Jericó para que sea luego destruida’? con qué misteriosas intensiones nos empujas por los laberintos del mundo tropezando un día en desgracias y otro en sonrisas. Ese día, puedo recordar, cargué mis dudas con alegría. Pues donde el temor y la esperanza hizo su habitación el amor donde vivió de pensamientos y murió de olvido. Aquí voy, sin embargo arreando ladrones para salvar el mundo.”

Introduce la llegada a otra comunidad indígena. Se comete el asesinato de toda la población. El Fraile queda derrotado dentro del río al mirar la masacre. En una escena de soldad. Luego se niega a absolver a los asesinos. “grita: no habrá absolución, ni misa para los asesinos..”

Quinto relato: “Ves este mundo dios de mis días, que la religión vive en la cabeza de los hombres, que justicia, tolerancia son sólo palabras que tratan de embellecer un mundo terrible. Que todo lo inventaste para dar orden al caos. Que son sólo excusas para variar los miedos. La religión no es lo que nos rodea. Es al contrario, con lo que tratamos de arropar vanamente las tinieblas del alma. “[6]

Sexto relato: “Dos oscuras sombras habitan mi espíritu. Un universo de demonios devoran mis entrañas. No son ajenos. No serán parte de mi carne y de mi alma. No son mis odios la otra cara de mis amores. No son la miserias el en vez de de mi riqueza. ¡¿y si escapara? Y si les dejase gobernarme? Oh dios, llamo a tu casa y no me abres, un circulo de fuego me asfixia..! es el anillo de mis miedos..”

Séptimo relato: ”Si eres dios debiste empezar por ser hombre así sabrías lo que es cargar en tus huesos el dolor de la vida. Sabías del pan y la carne. Y sabrías también que no hay frontera cierta que nos separe el mal del bien. Tú tal vez pensarás algún día como yo lo hago ahora que toda la verdad del mundo, toda la verdad del mundo está sobre la piel de una mujer y en la sonrisa fugaz de un hijo.”

Octavo relato: “La felicidad es un relámpago en la noche. Quien ha sufrido como yo he sufrido ya lo sabe todo. Encerrado en esta prisión donde oprimes un cuerpo. Mi alma todavía te busca desde el anillo de fuego. Hoy voy tocando en todas las puertas del laberinto y si me dicen loco no es por haber pedido la razón, es por haberlo perdido todo, menos la razón. Que me queda entonces en esta vida? Nada que no pueda soñar o pensar, pues el paraíso solo existe en mi cabeza y en la oscuridad de mi encierro me queda la ilusión de un mundo diferente. Dios, aún te llamo aunque n o me escuches. Jericó no ha caído, Jericó está en mi alma.”

Centro clave del film.

El epicentro del cuestionamiento del fraile en el film o la médula desde la cual todo se considera como desprendido de un conflicto, una contradicción y una ruptura se encuentra en la que el cacique de la comunidad comienza un ritual de curación de un niño que es sostenido por si madre, mientras Jericó observa consternado. Se conjugan así, dos elementos relevantes que ponen de manifiesto la atmósfera de ruptura del fraile como lo son la imagen del ritual y su memoria narrada en el fondo por la voz de una mujer.

La siguiente escena a esta. Aparecen tres indígenas caminando en la selva con Jericó. Lo llevan a una cueva, como custodiado por ellos por ellos Jericó entra en la cueva. Es sostenido por dos de ellos, mientras uno, (el cacique) lo mira desde una roca alta. Lo sostienen y comienza el ritual que termina de asimilar al fraile y mediante el cual toda la tradición judeo-cristiana del catolicismo es rota por el tiempo ritual indígena.

Descripción de la escena.

1. Jericó es llevado por tres indígenas entre los cuales se encuentra el cacique de la comunidad.

2. Se observa la inmensidad de los árboles, y en una imagen que desciende y termina en la caminata en fila de arriba con un movimiento de cámara en contra picada.

3. En otra escena aparecen en un plano “americano, la misma caminata, pero en el fondo se observa la densidad de la selva y unos rayos de sol entrando entre las hojas de la misma. Un cuerpo de indio llevando unas flechas se observa casi como en una silueta. Al final se ve Jericó observando con un poco de asombro la entrada de la cueva (se escuchan pájaros en el fondo) ven una lechuza en silueta que es tocada en contra luz por la luz que intenta entrar en la cueva.

4. Se hace un plano completo de la lechuza, se escuchan los sonidos de la selva en el fondo y colores de la selva posan en el fondo. La lechuza, enfocada en un primer plano, está parada sobre una piedra. Mueve su cabeza y se ve en el fondo salir un poco de humo o neblina de la selva.

5. Luego aparecen en otro plano en contra picada, la imagen de la fila de indígenas que entraban en la cueva, en el medio de ella Jericó. Más bien descendían a la cueva. Plano que termina en contrapicado y luego se convierte en plano americano, donde se observa a dos indígenas sosteniendo a Jericó. Lo agarran por los brazos, luego por la cintura y lo tratan de acostar acomodándolo entre unas piedras que se encontraban de fondo en el piso de la escena, (piso de la cueva). Se observa en la misma un plano casi en picada. En un primer plano y sobre las rocas de donde habían descendido, la pierna del cacique que lo mira desde arriba. Jericó en el fondo trata de resistirse al ver que los indígenas toman fuerza sobre su cuerpo y lo tratan de colocar en una posición en la que no podía defenderse. Se les suelta, trata de correr hasta donde se encontraba el camino por don de había descendido a la cueva. Allí lo toma del brazo el cacique que miraba todo desde arriba. Lo vuelven a agarrar, esta vez el cacique de un salto baja y ayuda a sus compañeros indígenas para someter corporalmente a Jericó. Lo tiran al suelo. El cacique se desliza una cesta que llevaba en su hombro derecho hasta colocarla en el suelo. Suavemente la coloca en el suelo y mirando a Jericó comienza a sacar un objeto de la cesta

6. Hacen una toma detallada de la cesta colocada en el suelo en un plano de picada. Se observa como una mano descendiendo de ella saca un objeto que termina siendo un collar que parece estar hecho de dientes de animal. En la imagen el collar sostenido por su mano derecha, el collar es levantado luego por las dos manos hasta ser colocado en el cuello del cacique. En cuclillas el cacique se coloca el collar. Él en una posición sobre una piedra acomoda cuerpo como si el collar fuese un traje y luego suavemente sacude su espalda. Mueve su cabeza y abre los brazos. Después trata de incorporar sus hombros en un movimiento de ambos casi semicircular.

7. Aparece Jericó en un plano americano sostenido por tres indígenas. Se puede observar claramente las expresiones de fuerza que dos de ellos hacen visiblemente su rostro producto de intentar sostener a Jericó. Dos de ellos aparecen en cada lado sosteniendo los brazos de este uno se puede ver en el fondo observando la tarea.

8. Aparece en picada una cesta y dos manos. Al lado de ella, comienza a aparecer un polvo que es sostenido por una vara que parece ser un flauta. La imagen sube y se observa en la misma posición al cacique sosteniendo la vara. Se acerca a Jericó llevándose la vara a su boca para luego tomar aire inflando sus mejillas.

9. En una escena completa o en un plano completo se observa cómo Jericó es sostenido mientras el cacique coloca la vara en su nariz y sopla. Secuenciadamente el cacique vuelve a tomar del polvo que se encuentra detrás de si y comete la misma operación.

10. Se observa el rostro del cacique tomando nuevamente aires y soplando la vara que se encuentra en su boca. Su rostro está pintado con líneas negras que parecen dibujar un movimiento de serpiente en sus mejillas.

11. Aparece nuevamente la escena de dos indios sosteniendo a Jericó, otro se observa en el fondo. Esta vez se ve entrando por u orificio nasal el polvo que es soplado por el cacique e introducido por una vara hueca. En el otro orificio de la nariz se observa un humo blanco saliéndole a Jericó

12. Un plano más cercano del rostro del cacique sosteniendo la vara y soplándole nuevamente a Jericó en su nariz con la misma vara.

13. Nuevamente la escena de los dos indios. Esta vez Jericó tose varias veces. El cacique sostiene su cabeza. Y con firmeza sostiene la vara en su nariz.

14. En un plano mucho más detallado aparece repitiéndose a operación. Jericó sacude su cabeza y trata de toser.

15. En otro plano detallado de la cabeza del indígena que se encuentra del lado izquierdo de Jericó, mira al cacique y comienza a hablarle en su lengua. Mira para arriba y en el fondo de la escena el mismo indígena en cuclillas. La imagen es atravesada por la misma vara hueca. Que es nuevamente colocada por el cacique.

16. Un plano detallado de la cabeza del cacique. Luego de soplarle le responde a quien le habló.

17. Nuevamente la escena de la cabeza en picada de Jericó. Sostenida lac cabeza por una de las manos del cacique y la otra sostiene la vara que se coloca en su nariz para soplar nuevamente. Se escucha un sonido como si se soplara dentro de un tubo..

18. Imagen detalle de la mano del fraile que es sostenida en la muñeca por un indígena. Las manos de Jericó se enrollan como si estuviese muriendo envenenado.

19. Nuevamente la imagen del rostro de Jericó y el mismo sonido del soplido en el fondo.

20. La cara del cacique soplando.

21. Las manos enrollándose esta vez con mayor fuerza con una fuerte expresión en ellas de dolor.

22. Imagen de Jericó con soplido

23. Imagen en detalle de Jericó con soplido

24. Imagen de detalle en Jericó en soplido.

25. Manos enrolladas, tos en el fondo…mano que desciende como si muriera

26. Detalle de los ojos de Jericó, mueve sus ojos en forma circular.

27. Imagen de recorrido y panorámica de la cueva…se escuchan pájaros y sonidos de otros animales la imagen que gira termina en el desmayo de Jericó en picada,,,, dos de los indígenas que lo sostenían lo miran. El tercero, que se encuentra en el fondo en la mis posición, igual observa. Se ve un pequeño riachuelo recorriendo de un lado de Jericó y los indígenas. Nuevamente la vara en su nariz.

28. La imagen del rostro en detalle del cacique. Esta vez se pueden ver sus ojos muy abiertos y sus mejillas infladas por el aire del nuevo soplido. Posteriormente el cacique retira la vara, comienza a gemir como un jabalí. Mueve sus brazos y se levanta. Todo ello en una imagen en contra picada.

29. El caique moviéndose en forma semicircular, y extendiendo los brazos. Se levanta.

30. Jericó lo mira como si este estuviese volando sobre él.

31. El cacique parado. Sus piernas juntas, su rostro cambiado, sus brazos extendidos hasta el antebrazo donde se quiebran con los codos tratando de dibujar un semicírculo con un movimiento corporal. Luego salta, el sonido del jabalí en el fondo esta vez mucho mas fuerte. Cae a una distancia cercana, la imagen cambia violentamente, esta vez el cacique se ve de cabeza repitiendo el movimiento corporal.

32. Se repite la escena, el cacique de pie. sube y baja…sus piernas juntas. Ya no se escucha el jabalí

33. La imagen de terror y de asombro de Jericó.

34. El cacique sigue bajando y subiendo, esta vez de cabeza. Lla imagen está de cabeza.

35. Sentado trata de acercar su manos a quien lo mira desde abajo

36. Un detalle más cercano de las manos del cacique que baja y sube

37. Otro brinco del cacique despierta el asombro de Jericó (todas estas últimas escenas ocurren muy rápido)

38. Jericó trata de voltear rápidamente como si el cacique sobrevolara su cuerpo.

39. Un acercamiento del cacique en su subir y bajar. El rostro del cacique culmina esta escena

40. El rostro de Jericó sudando y asombrado

41. La imagen de la lechuza sobre una roca.

42. Imagen en detalle donde Jericó se levanta y la imagen se centra en la boca abierta. Jericó grita.

43. Se repite esta escena dos veces

44. Luego aparece Jericó corriendo entre un camino de cruces en llama dando gritos. Se corta la escena cuando la bata de Jericó se acerca a la cámara.

45. Luego el mismo camino de cruces en llamas esta vez con menos llamas sigue corriendo y repite la escena anterior

46. Luego Jericó sobre lo que parece el pico de una montaña, siendo la entrada de la cueva grita. Grita y una luz se observa en el fondo entrando de derecha a izquierda. La imagen central de Jericó con lo brazos abiertos. Una imagen de amanecer en el fondo. Lo que parecen nubes son rocas y parte de la entrada de la cueva. Unos pájaros blancos salen detrás de este y comienzan a aletear como si estuvieran confundidos.

47. Un nuevo plano. Jericó con los brazos abiertos. La cabeza inclinada hacia atrás la boca abierta en pleno grito. Los pájaro revolotean en el fondo.

48. La imagen anterior a esta última se repite, pero esta vez se abre hacia la entrada de la cueva. Se ve desde donde entra la luz.. El grito continúa.

49. Luego la escena cambia drásticamente. Se encuentra en contra picada. Un tronco en el medio parce sostener la imagen. Un grupo en el fondo, en el piso. da vueltas a su alrededor.

50. Se une al baile Jericó, luego camina en contra corriente y lo detiene la indígena. Sale de las filas, se arrecuesta. Toma un poco de bebida fermentada que se encontraba dispuesta a un lado de la escena. Mira de nuevo al grupo y se decide mezclarse desnudo en el baile. Se ve desnudo y el cuerpo de Jericó blanco contrasta con el resto de los cuerpos semidesnudos en el baile. Posteriormente aparecen lo hábitos del fraile en el suelo pisoteados por todo el grupo.

51. Lo que continúa desde allí es la entrega total a la cultura.

Datos del Film. Jericó 1990 de Luis Alberto Lamata

Escenografía Aureliano Alfonzo

Dirección de arte MARIETTA Perroni

Jefe de producción Omar Mesones

Productores asociados:

Pedro Marti

Juan Lamata

Productor ejecutivo

Luis Alberto Lamata

Cámara

Carlos Tovar

Sonido y montaje

Mario Nazoa

Dirección de fotografía:

Andrés Agusti

Escrita y Dirigida por Luis Alberto Lamata

Intérpretes: Cosme Cortázar, Francis Ruedas, Doris Díaz, Alexander Milic, Luis Parodi, Yahdira Salazar


[1] Picó, José. 1989. Modernidad y postmodernidad. Editorial Alianza.

[2] Paz, O. 1974. Los hijos del limo. Editorial Siglo XXI. México

[3] Se transcribieron los ocho relatos que narran todo el conflicto que vive el fraile Santiago y que atraviesan todo el film, de forma secuencial.

[4] Posiblemente la voz de la actriz francis ruedas que representa a su hermana dentro del film.

[5] Recordemos que se está narrando un diario

[6]: Todo esto se dice mientras se presencia un ritual de curación. Jericó interviene en el proceso de curación del niño enfermo pensando que era el demonio que lo mantenía enfermo.

Para Jugar a la arqueología de los olores.


Basta con leer varios poemas de la arqueología de los olores de Luís Ángel Barreto, según el orden del azar para encontrarnos con cuerpos cercanos. Basta con saber que aparecen cuerpos cercanos para tratar de rastrear sus aromas. Para aceptar la invitación del juego de los olores que nos hace el arqueólogo de los aromas es imprescindible abandonar la nariz que conocemos y construirnos otra manera de ver oliendo o de padecer –oliendo que podríamos llamar “padeciliendo”. Padecer porque quien busca, como operando en un perpetúo rastreo inmediatamente está invitado a sufrir un cambio en sus maneras convencionales de oler y, por supuesto, de sufrir. Con esto, no queremos decir que el arqueólogo nos invite a sufrir o a padecer, sino que nos invita a jugar con el olor y con el sufrimiento, pues como sabemos todo arqueólogo goza y sufre con lo que encuentra o desentierra, más este que lo hace a partir de los olores.

Supongo que para jugar con una arqueología de los olores es imprescindible el abandono de los aromas conocidos y escudriñar en los ignorados puesto que aturdidos por los olores comunes, como aturdidos por los sonidos diarios, olvidamos rastrear los aromas que padecemos. Como decíamos un arqueólogo padece en su terreno porque busca lo que para todos, e incluso para él mismo está cubierto u oculto.

En este caso desmantelar las capas sólidas que ocultan un fósil es una tarea que se padece, no solamente por la actividad física que ello implica, sino por la capacidad de reencontrar las piezas faltantes del mismo y emprender a partir de una minúscula osamenta una arquitectura verbal, operativa e imaginaria del esqueleto. Pero rastrear un olor implica, en este caso, no tener nariz, sino memoria. Memoria para clasificar las piezas sueltas y las osamentas dormidas en ella.

Esta arqueología nos invita a desenterrar nuestra memoria nasal y partir de los cuerpos más etéreos que de

ella exudan. Se trata de una arqueología del tiempo y de la memoria. Arqueología de las cosas que menos nombre tienen: los olores. Una arqueología de los olores suaves, los etéreos, leves y hasta los hediondos que son los que al final de la madrugada se quedan en nuestras otras narices.

Para rastrear los cuerpos invisibles de la memoria, para escarbar en el barro del tiempo, para descubrir a partir del olor, de uno de los elementos más fugaces de la vida, para hacer visible con el olfato lo invisible, para creer en los nombres fantasmas de las sombras, Luís Ángel Barreto propone una arqueología.

Una arqueología que nos invita a jugar, a enterrar la nariz en los orificios de los cuerpos, a penetrar en sus aromas, a husmear como quien escarba, como quien escudriña, como quien busca en el recuerdo, en las sombras del adentro.

El arqueólogo de la poética no se conforma con las herramientas, sino que las inventa. Crea en los aromas de las sombras cuerpos que se existen en las palabras. Crea su propio lenguaje saturado de ironía, de despido, de melancolía, de sombras de la casa. Polvo de casa que se quiebra en palabras, en fuego que derriten cuerpos, en noches cortas sostenidas por insomnios. El arqueólogo escarba entre los cuerpos de las mujeres que lo sostienen, como él mismo lo dice.

Deshace la neblina que se interrumpe entre su hacer poético y los cuerpos desde la aspiración de sus olores, los reconoce, los levanta, los reencuentra, los burla, los enmascara y hasta los quema. La arqueología del olor es la arqueología de las sombras del olfato de la memoria.

La arqueología de los olores es la arqueología del humo, de las fragancias, del mundo leve, inasible rememorable. Es la arqueología zurcida en las capas de los aromas, deshilachada en las costras de los recuerdos y en los nombres de las desapariciones terribles, como dijo el poeta, pero también en las apariciones hermosas y efímeras. Es la arqueología que pierde su peso cuando nombra, cuando busca su propio cuerpo en el reflejo de los otros cuerpos. Una arqueología del reflejo, del agua de saliva, de perlas ocultas debajo de las lenguas, de los nombres que inventamos y nos inventan. Es la arqueología de los perfumes desechos por la curtiembre de los días. Es la arqueología del sueño: “Despiertos nos hemos convertido en soñadores y en moribundos..” sentencia como si el despertar fuese la agonía, el destiempo, el desamparo y la mortandad.

El arqueólogo desentierra a fuerza de latido, se abstiene, cava en los ombligos profundos, percibe en ellos las despedidas, se deja arrastrar, conforme el tiempo de las nubes, desaparece ante el aroma de la mujer. Convierte a los cuerpos, desde su aroma, en vidrios, esfera, hélice, vaso escondido, en cuencas sin ojo y sin gusano, en gota de agua, en punto, en cero, en grito.

Se hunde en las fricciones de la neblina que lo duermen, suprime sus gargantas, los lleva a la cima de las torres desoladas, los carga en procesión, se vuelve creyente, vuelve sagrado los cuerpos, las calles, las veredas. Pone el acento en sus incertidumbres, como si buscara un esqueleto de sal en la playa, creen en sus orificios como si desde ello se deshiciera los hilos del pasado. Un olor, un aroma, está en tiempo pasado atraviesa los relieves del terreno del arqueólogo, deshace sus herramientas en lo sólido y los desvanece en el aire.

Escarbar en los olores es hacerlo en los cuerpos que aparecen cóncavos, vaciados, convertidos y desechados como cáscaras. El juego consiste en escarbar en lo invisible, en escudriñar en cuerpos que no son cuerpo cuando se nombran que son cuerpos.

La poesía del arqueólogo de los olores atraviesa las palabras en aromas de nuestros órganos mortales; así el juego consiste en la invención de una palabra hígado para que comande las sensaciones biliares, las percepciones amargas; una palabra intestinal, para subvertir el orden desparramado de los miedos; unas palabras riñones para disolver las sales de la tristeza, de la desesperanza; unas palabras corazón que orienten los hilos sanguíneos del mundo que nos une; una palabra pulmón para encontrar oxígeno en la batalla.

Los cuerpos narrados en la poética de los olores son cuerpos que juegan y anuncian que el mundo no se clausura ni en exilio ni en la desesperanza.

LA MILITANCIA DEL SILENCIO.


Comentario Necesario. El texto que a continuación publicamos, pertenece al contexto pocas horas antes de asistir a la toma del Ministerio de Ambiente en Caracas el 20 de marzo de 2007 con el propósito de solicitar la derogación de las concesiones mineras en la Sierra de Perijá. Aún las comunidades resisten, el Estado venezolano apunta cambios importantes en esta materia, sin embargo el capital minero sigue presionando.

La Militancia del Silencio

Hoy parece agudizarse una compleja ceguera. Como aquel virus que se propaga en la novela de Saramago: todos quieren ver, pocos lo hacen, otros repentinamente adolecen de una ceguera blanca. Ceguera blanca que hoy se convierte para los disidentes del proceso dirigido por las elites venezolanas en ceguera oscura, o más bien espamódicamente negra. Los Intelectuales tradicionales venezolanos se callan ante los tratados de libre comercio, disfrazados de integración latinoamericana, aplauden la entrega de las reservas energéticas en largos y cómodos plazos a transnacionales, asumiendo una posición mucho más “neutral” confundida o acomodaticiamente desinformada, para no comprometer su cargo y prestigio.

No existe compromiso de su parte con la fuerza que se mueve desde abajo, salvo que cuando llegue el inexorable deslave popular, salgan a explicarlo todo de nuevo a ver donde se acomodan. Triste silencio este de unos personajes que nunca supieron hacer revolución y que ahora sabiéndolo, se acomodan en las esquinas del poder para susurrar (solo para eso) ideas fosilizadas y fantasmas que se mueven en su penumbra inducida. Son operadores de un pensamiento único, con discurso único y vestir único; amantes de la homogeneidad acusan en sus bolsillos monedas de una sola cara, brazos relajados para alcanzar el aplauso mediocre y labios circunspectos para su silencio fúnebre. Enanos ciegos y de grueso corazón paralítico argumentan y secundan a los operadores internos del imperialismo.

Aquí en Venezuela y en pleno proceso de revolución, por ende, de contradicción, resistencia y acomodo de viejos sectores de siempre, solo que ahora visten, hablan y callan bajo otro color, cuando la disidencia aparece, cuando la rebeldía se resiste a ser tratada como infiltrada o como mafia verde, cuando quien habla lo hace desde la vísceras de la indignación, del hambre de justicia, cuando el discurso no se acomoda a las vacías consignas tanto electoreras como las opositoras, cuando el pensamiento “salvaje” desnuda el rostro del poder señalando que el traje invisible del rey, no es traje; cuando se dice y se piensa sin miedo a perder nada o lo poco que se tiene, cuando se detecta la rapidez con la que supo y pudo acomodarse la oposición dentro de la revolución, cuando se dice que ambos sectores terriblemente están coincidiendo en muchos proyectos de infraestructura, financieros o jurídicos; en fin, cuando la libertad de conciencia toma rostro de pueblo y calle, cuando eso ocurre, aparecen los más asombrosos discursos de ecuanimidad, objetividad y estrategia política que el mismísimo Sun Tzu en el “Arte de la Guerra” envidiaría y hasta copiaría y argumentaría con sabiduría su prudencia esquizofrénica y camaleónica.

Hoy quienes hablan en nombre del Estado o en todo caso de la “revolución”, lo hacen, en nombre de un colectivo, que no lo es, o que lo deja de ser, cuando se escudan en señalamientos cloacales, esgrimiendo culpas o responsabilidades ficticias, argumentos forzados por el avance de su miedo, su terror a la espontaneidad del pueblo. Su militancia revolucionaria ha sido y es de pasillo y oficina. La burocracia y los militantes de la tecnocracia se están devorando el proceso revolucionario. Hoy quienes hablan en nombre del Estado o de la “revolución” lo hacen en nombre de su “revolución de Lobby”; pero quienes secundan con su silencio a los que hablan en nombre de esa “revolución” terminan siendo aún peores.

La militancia del Silencio tiene su propio bestiario, entre los cuales suele destacar los Gendarmes de la palabra hueca y los Enanos de Brazos largos y pensamiento corto. Estos se secundan en las coartadas del aplauso mediocre, en las migajas de las gotitas de petróleo dejadas bajo los grifos rotos de la enorme tubería que sucumbe en el norte. Son los mismos tecnócratas de siempre, vestidos y holgados con los mejores trajes de la simulación funeraria. Asisten rutinaria y puntualmente a su propio velorio, como solo lo saben hacer quienes engordan sus curriculas de certificados instantáneos, y terminan frisando las gordas y pesadas ojeras de oso panda, síntomas de su prematura morinbundéz. Acuden sin falta, con la mirada del gélido cálculo de los gerentes o de los corredores de bolsa, al silencio de sus mentes y al entierro de sus conciencias y de su autonomía.

Los enanos, quienes solo conocen el lenguaje de los “chupamedias” no hablan, solo susurran, y alcanzan su climax existencial cuando ofendidos por la ruptura de la costumbre, apresurados torpemente trepan a los oídos de sus superiores inmediatos, los Gendarmes del Pensamiento árido, susurran el crimen y sugieren sentencia a la innovación de los días.

Hoy los Gendarmes de la Desmotivación, saltan al escenario social, con todo y sus enanos de largos brazos y pensamiento estítico, enarbolando banderas de tolerancia y ecuanimidad, intentan jugar a la “democracia”, al socialismo del Siglo XXI, a la rebeldía fascista con discreta y asombrosa simulación. Sin embargo, en el fondo de sus cuerpos fosilizados, sus almas levantan tribunales en su conciencia y por debajo de sus lenguas, preparan los más aberrantes discursos penales que cualquier inquisidor en los tribunales en Cartagena de Indias envidiaría con certeza su astucia y elocuencia para la sentencia.

Hoy, los gendarmes de la palabra hueca y del pensamiento único y “apropiado”, acuñan nuevos significados a sus sentencias, a su actuar fascistoide. Así, donde aparece: etnocidio, ellos pintan reacomodo poblacional; donde marchan: ecologistas y movimientos sociales, ellos dicen: mafias verdes; donde ven: indígenas organizados; ellos escriben: guerrilla y paramilitarismo; donde aparece ecosistema, humedales, agua y biodiversidad; ellos leen: minas, explotación, negocio y materia prima. Donde aparece: despido, ellos dicen: reducción de personal, consolidación de etapas o reestructuración funcional de la plataforma y jefatura Neogerencial del espacio. (¿?) Son incongruentes con sus propias palabras porque no encuentran si no un significado chucuto.

La semántica para los gendarmes del pensamiento único, es una disciplina corta, cuyas acepciones carecen de verbo y cuando aparecen, están mutilados por sus gerundios demagógicos, por sus infinitivos infecundos. Sus sentidos no son mayores a la extensión de sus espíritus, su léxico se limita al reducto de su conciencia y su color es el blanco / oscuro del imaginario maniqueísta.

Adolecen de creatividad, de innovación, copian, solo copian escrupulosamente los juicios y prejuicios de los muertos que les acompañan. Viven para aceptar los designios preparados en laboratorios de la burocracia y se alimentan con fármacos preparados y ya digeridos por otros. Su ciega soberbia los constriñe y asisten cuando hablan, sin mayores problemas, al cementerio de los clichés y de los lugares comunes.

Por eso, sus ideas de política, de democracia, de rebeldía, de partido unido o de Socialismo del Siglo XXI, es y seguirá siendo Acartonada, infértil, abstracta y graciosamente in – creíble. Su horror, más próximo es la innovación y sus seguidores, analfabetas de las ideas y de las emociones. Amantes de las emociones efímeras creen con entusiasmo que la limosna que con alarde dan, enmascara su miseria.

Por eso no van construir nada más allá que maquille la parálisis de su conciencia, pues para ellos la buena política está en repetir con más acento lo de antes, pero con la pomposidad y la moda de los nombres nuevos.

De allí que sus enemigos menos frecuentes, pero los más irritantes, sean soñadores y hacedoras críticas de esperanza en lo pequeño, y simultáneos en el movimiento de la vida y del amor, cuando lo grande cabe y florece en los lugares donde crece la palabra junto a la indignación del pueblo.

Por eso, las sentencias de los Gendarmes del Pensamiento árido, están emponzoñadas por la desesperanza que se pintan en sus reducidos cargos burócratas. Su horizonte más lejano es la tabiquería de oficina y sus enemigos más cercanos son quienes oficiamos un pensamiento distinto, quienes tenemos nuestra lengua seca de indignación, quienes militamos en la rebeldía de la conciencia libre, soñadora y liberadora, quienes denunciamos e intentamos construir espacios de liberación, de emancipación.

Los Gendarmes de la palabra hueca y los enanos de pensamiento corto, combaten o creen combatir el imperialismo externo, con preguntas y retórica infértil, pero tiemblan y negocian con el imperialismo interno montando escenarios de patriotismo y nacionalismo impecable. El imperialismo interno para los burócratas de la revolución bolivariana como para la oposición anaencefálica no es un enemigo a quien enfrentar, no es un modelo de vida a quien superar, tampoco es una manera de pensar, hacer y hablar naturalizada por el capitalismo sino un obstáculo inexorable, una barrera subestimable, una vereda o camino inevitable con el que habría que negociar irremediablemente, según las pautas de sus procreadores. Lastima esto que ocurre en nuestro país donde con todo y su proceso revolucionario los empresarios siguen mandando ahora más que nunca, la banca privada extralimita su riquezas, la corrupción galopa como el peor de los jinetes apocalípticos y la delincuencia y mafia organizada se parece erguirse como un sexto poder.

Un gendarme en la burocracia de la revolución obedece órdenes, no piensa, no trabaja en su corazón la grandeza del espíritu libre, sino la obediencia, el silencio y la amargura de su prisión casi voluntaria. Acepta su destino de oficina y corbata. Cree que su horizonte debe culminar donde culmina su raquítica obediencia. Por ello, los Gendarmes de la palabra hueca la cosmogonía más amplia que poseen es la apretada agenda de reuniones y urgencias que no van a ningún lugar y que al final del día los sigue dejando vacíos, secos y desolados, pues obedecen ciegamente la superficie de su miedo a innovar. El camino que escogieron es el de la burla y la infamia, la persecución y la ignorancia.

De allí que nosotros, militantes de la rebeldía, de la inconformidad, sujetos y sujetas de la historia que construimos con fe y hacer, pensando y actuando, actuando y escribiendo, dibujando y soñando un país, un espacio, una comunidad y una escuela distinta, somos, indiscutiblemente, un irritante problema, para estos neo - gendarmes del pensamiento plano, de su revolución de cartón y de sus tribunales de argumentos cortos y justicia asalariada.

Hoy aunque nos sigan pintando como las victimas y los hijos de Nadie, Gendarmes de la palabra hueca, queremos decirle que no escarmentamos, ni lo haremos a pesar del miedo que ustedes irradian entre sus enanos susurrantes y su militancia de silencio necróptico.

Hoy, al igual que ayer, queremos sugerirles que ya no sigan gastando los millones del pueblo para tratar de convencer a la gente con sus propagandas corruptas de minerías productivas o petroquímicas ecológicas, porque a pesar de su dinero, sus enanos y sus disfraces, la gente conciente del pueblo los reconoce. Gendarmes del Pensamiento Plano, también queremos decirle que con sus sicarios y sus vendedores de la prosperidad de oropel no podrán construir que no sea su reinado de ruinas y devastación ecológica. A los enanos de susurros cortos, queremos decirles que ya hace un buen rato dejamos de ser tres, que ahora somos más y que aunque no tengamos como estrategia política andar gritando para que nos reconozcan como los hijos de alguien, en variada ocasiones lo hacemos para unir nuestras palabras con la palabra de toda la fuerza del abajo que se mueve y que tiene como sábana de acción sacudir el continente, reventar las patas de la infraestructura de su sistema de silencio y de miedo inmovilizador.

Hoy el Estado venezolano simula celebrar la rebeldía de otros pueblos, para acusar y silenciar la rebeldía y disidencia interna. Se aplaude con aparente satisfacción la resistencia de los mapuches, la organización indígena ecuatoriana, el “desenlace” de la lucha indígena boliviana, se nombra con admiración la poética zapatista, pero se esconde la desobediencia indígena venezolana ANTE.

Para que no podamos escucharnos y vernos todos desde la esperanza de nuestra palabra, cierran los medios donde aparece nuestra imagen o se filtra con la cómoda y gruesa tela que dan las instituciones, nuestra palabra. Para que no aparezcamos en el debate, para que no existamos en la historia que creen estar haciendo, para que no derrumbemos los temas de la moda política, para que no nos asomemos en la opinión pública y quebrantemos su acordado escenario maniqueísta; nos señalan, nos borran las pintas, nos amenazan, nos persiguen, nos intervienen los teléfonos, nos califican como operadores de la CIA, y lo que resulta peor para la vergüenza de todos nosotros colocan la miseria y pobreza de nuestros propios hermanos como justificativo para que mientras el enfrentamiento se da entre hermanos y hermanas, ellos puedan seguir pactando con todos los intereses transnacionales que hoy hacen mayores colas para entrar y operar en el país.

Sin embargo, a pesar de todo su dinero, a pesar de sus amenazas, aunque controlen algunos medios, aunque paguen sicarios, aunque quieran comprar la conciencia, a pesar de que nos enfrenten a nuestros propios hermanos, no han podido borrarnos, no han podido silenciarnos, no han podido aplanarnos, no han podido desaparecernos, no han podido comprarnos con su capital acumulado sobre la miseria de nuestro pueblo, su retórica demagógica, su corrupción y su hacer fascistoide.

Somos la molestia que no tiene precio, la conciencia imborrable, la mancha en la cara, la pinta vista por todos, el mensaje que toca y llega, los multiplicados que desnuda su vergüenza, el hambre de justicia, los militantes de la palabra liberadora, la esperanza rebelde, la acción directa, el grito vivo de nuestros antepasados, el camino de las comunidades, el corazón movilizado, la revolución que camina…! Hijos de la tierra, guerreros verdes, la voz de la selva, los no resignados, la palabra que camina y construye…!!!

POR TODAS NUESTRAS LUCHAS…!!!!

POR EL CAMINO DE LAS COMUNIDADES…!!!!

POR LA DEROGACIÓN DE LAS MINAS DE CARBÓN EN SOCUY - CACHIRÍ….!!!

POR LA DIGNA AUTODEMARCACIÓN INDÍGENA….!!!!

TIERRAS SANEADAS DE MINAS DE CARBÓN Y GANADEROS….!!!

VIVA LA ESPERANZA INDÍGENA…!!!!

VIVAN LOS PUEBLOS EN RESISTENCIA…!!!

VAMOS A CARACAS A SEGUIR DERRUMBANDO EL SILENCIO…….!!!!